Ecologismos de encíclica, no de salón

Cuando el papa Francisco publicó la encíclica Laudato Si’, hace ya más de un lustro, no faltaron las calificaciones de “ataque al mercado” o “teología neo hippie” para una encíclica que introducía, si no de manera original, si específica, el cuidado de la creación como parte del Magisterio de la Iglesia.

16 de junio de 2021·Tiempo de lectura: 2 minutos
ecologia

Evidentemente, publicar una encíclica no es moco de pavo: hablamos de esos temas que forman parte de la vida cristiana como tal, es decir, de la materialización de la fe, sacramentos, moral… todo aquello que conforma, de un modo u otro, la existencia de los católicos y, por lo tanto, su apostolado en cuanto misión como bautizados en el mundo.

Considerar Laudato Si’ algo así como un conjunto de medidas superficiales revestidas de etiquetas ecofriendly y happyflower deviene de una lectura limitada y materialista del documento.

Mª José Atienza

Desde entonces hemos visto cómo, junto al Papa, ha crecido un movimiento en la Iglesia que tiene como objetivo a hacer efectiva esta llamada. La tarea ecológica no es otra que cuidar lo que Dios, no olvidemos, ha creado para nosotros y en lo que nosotros, no lo olvidemos tampoco, hemos de seguir trabajando: el equilibrio natural -la ecología.

Entendidos en su sentido genuino, con una visión teológica de la vida, el planeta y el hombre, como criaturas, son reflejo de su Creador y, por lo tanto, creer en Dios, querer hacer aquello para lo que Dios nos llama, implica una reflexión integral sobre este mundo, sobre el sentido último de las cosas y de la existencia.

Considerar Laudato Si’ algo así como un conjunto de medidas superficiales revestidas de etiquetas ecofriendly y happyflower deviene de una lectura limitada y materialista del documento. La propia encíclica apunta al peligro de “una ecología superficial o aparente que consolida un cierto adormecimiento y una alegre irresponsabilidad”.

No se trata sólo de llenar las iglesias de paneles solares (algo muy loable en aquellas que puedan hacerlo) sino de tomar parte en cambios de paradigmas vitales relacionados con el desperdicio de alimentos en casa, el consumismo de la moda, o lo que nos gastamos en las vacaciones (y luego que la Iglesia no me pida echar un euro cada domingo que hay que ver…). La llamada de Laudato Si’ está muy lejos de gritar consignas ecologistas mientras lo grabamos con un móvil de última generación. La apelación de Laudato Si’ está encaminada a luchar contra esa “cultura del descarte, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura”.

Un buen ejercicio puede ser, ahora que el Papa nos ha invitado a todos a esta plataforma Laudato Si’ en los próximos siete años, releer la encíclica a la luz de los diez mandamientos. Nos daremos cuenta, quizás, que no podemos amar a Dios sobre todas las cosas si no amamos a las personas de nuestro mundo y tenemos “en cuenta la naturaleza de cada ser y su mutua conexión en un sistema ordenado”. Proteger la vida de principio a fin es ecología, impulsar la maternidad y ayudarla a realizarse es ecología. Reutilizar la ropa o esperar un mes para comprar la última tablet, una simple camiseta, comerte el resto de pan y no tirarlo es ecología… Sí, ecología, más activista que muchas otras; de andar por casa, no de eslóganes, al alcance de todos, sí, pero de comprometida actuación.

El autorMaria José Atienza

Redactora Jefe en Omnes. Licenciada en Comunicación, con más de 15 años de experiencia en comunicación de la Iglesia. Ha colaborado en medios como COPE o RNE.

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