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Sienkiewicz: sus obras, su personalidad y el final de su vida

Segunda parte del artículo sobre el Nobel de origen polaco, abordando en esta ocasión sus obras más conocidas y el final de su vida.

Ignacy Soler·15 de octubre de 2022·Tiempo de lectura: 14 minutos
Sienkiewicz

Primera parte del artículo

La ya mencionada trilogía nacional polaca de Sienkiewicz– A sangre y fuego, El diluvio, Un héroe polaco, es para muchos la obra cumbre del este escritor. Son tres novelas históricas hiladas con figuras de fantasía. Lo que más llama la atención es el conocimiento profundo de la historia polaca del siglo XVII -Sienkiewicz se documentaba metódicamente-, la utilización de un bello y arcaico lenguaje, la apasionante historia de amor que en ellas se encuentra, así como su publicación periódica por capítulos en la revista Słowo entre los años1883 y 1886. Son novelas históricas, y como para muchos la historia la hacen las guerras, hay una presencia continua de escenas de batalla, con explicación de sus motivos, descripción de paisajes y una presentación psicológica de los personajes. Se representan los momentos más importantes de la historia de Polonia en el siglo XVII, sus héroes nacionales, nobles y caballeros. Todo bajo el lema «para fortalecer los corazones», es decir Sienkiewicz pretende animar a sus lectores para que defiendan su patria en el siglo XIX como lo hicieron sus antepasados dos siglos antes.

A sangre y fuego – Ogiem i mieczem (1883–1884) es una novela histórica de la época de las guerras cosacas y con Ucrania en la región del Dniéper, durante los años 1648-1654. La pérdida de lo que podía haber sido La República de las tres naciones (Polonia, Lituania y Ucrania). Primer gran éxito de Sienkiewicz que le puso ya entonces en la cumbre de los escritores polacos en prosa. El romance amoroso del noble militar Skrzetuski llena toda la narración con el rapto de la amada -tema que repite en sus obras-, con su continua búsqueda y el final feliz: „El rey paga muy bien los servicios pero el Rey de reyes los paga con el mejor de los dones”. Sienkiewicz ve a la mujer como un don, un regalo del cielo.

El diluvio  – Potop (1884-1886) en donde se narra la lucha contra la invasión sueca y la defensa en el santuario fortaleza de Jasna Góra en Częstochowa en el año 1655.  La ansiosa espera de los capítulos y su asombrosa difusión y lectura despertó la conciencia patriótica entre los campesinos. Recordemos que en aquel tiempo el diez por ciento de la población eran nobles y tenían un profunda conciencia de su identidad polaca. El resto, los campesinos, era del lugar del campo y no les importaba mucho que estuvieran los rusos, prusianos o austríacos, con tal que les dejaran vivir bien y con sus costumbres. Pero la lectura de El diluvio despertó en muchos de ellos su identidad, de tal manera que le decía a Sienkiewicz: ¡tú nos has hecho polacos!

Publicando capítulo tras capítulo del El diluvio, el escritor lucha contra la devastadora enfermedad de su amada esposa María, que muere en octubre de 1885 a los treinta y un años en el Balneario de Reichenhall en Bavaria. Henryk está destrozado pero tiene que seguir escribiendo, según el hilo de la narración, páginas llenas de esperanza.

Un héroe polaco (1887–1888)  el título original es Pan Wołodyjowski (El Señor Wołodyjowski). Se narra la historia de este militar caballero en la guerra de Turquía y termina con la victoria de Sobieski sobre los turcos en Chocim (1673). Como la entonces república de Polonia tenía un rey electo por los nobles, cosa única en Europa, Jan III Sobieski fue elegido rey y venció nuevamente a los turcos en la batalla de Viena (1683), y parafraseando a Julio Cesar dijo: venimus, vedimus, Deus vicit.  A pesar de todo Sienkiewicz narra en esta última parte de su trilogía menos historia y traza todo un romance de aventuras.

La Trilogía dio a los lectores polacos un fortalecimiento de sus corazones, de sus esperanzas en la recuperación de su estado, una lección artística de patriotismo, una fe en el valor del ser humano y del heroísmo. En sus narraciones la gente corriente se convierte en héroes a imitar, defensores de la justicia, vencedores de sus enemigos, hombres de oración y de fe cristiana, piadosos observantes de la ley de Dios y de la Iglesia. Gracias a la Trilogía, Sienkiewicz comenzó a ser una gran figura nacional, llegando a ser una autoridad literaria y política reconocida, algunos lo veían como el líder espiritual de la nación. Nadie ha igualado mejor el sentido de orgullo nacional de los lectores polacos de todas las clases y generaciones. Sus libros fueron muy leídos entonces y hasta el día de hoy. La Trilogía es una lectura que fluye, que se lee con gusto y sin esfuerzo.

Quo vadis

Es interesante pensar en qué consiste un libro, una obra clásica de la literatura. No es solamente algo material o ahora con soporte electrónico en mucho de sus diferentes formatos. Una obra literaria existe de verdad cuando una persona la lee y la vive. Por eso hay tantas lecturas e interpretaciones como lectores. Cada uno de nosotros nos acordamos del momento de nuestra vida en que leímos una obra de la literatura universal que nos conmovió fuertemente.

Mi primer recuerdo de Quo vadis se remonta a junio del año 1975, un mes de muchos exámenes en mi tercer curso de matemáticas en la Universidad Complutense de Madrid. Tenía entonces una lucha personal con la asignatura de Estadística matemática, que conseguí aprobar en junio. Lo que confirma que el estudio, además de un hacer de la inteligencia, es sobre todo un esfuerzo de la voluntad para querer aprender. Yo estudiaba a rabiar en una biblioteca donde había un estudiante de Derecho que leía Quo vadis sin parar. -¿Es que no tienes exámenes en junio? – Sí, pero no puedo dejar de leer esta novela. Llegué a la conclusión de que Derecho se podía aprobar sin estudiar y de que esa novela debía de ser apasionante.

El invierno de 1995, en Cracovia, fue el más frio de todos los que hasta ahora he pasado en Polonia. Durante varios meses el termómetro estuvo variando entre menos veinte y menos diez. Recuerdo una jornada en la que todo el día estuvimos a menos cinco y se estaba fenomenal. En ese tiempo se nos estropeó la calefacción en la academia de estudiantes en la que vivía, y hasta que se decidió comprar alguna estufa eléctrica pasaron dos semanitas frescas. Yo estaba en mi habitación sentado ante mi escritorio, con abrigo, guates, sombrero de lana y doble calcetín en los pies, leyendo en polaco, por primera vez en mi vida, Quo vadis. Llegó el encargado de la casa con un termómetro y dijo: – Padre, usted no se puede quejar, su habitación está a cero grados, ni frio ni calor. A mí me daba absolutamente igual pues estaba enfrascado, embebido por Quo vadis. Lectura apasionante. Pero dejémonos de recuerdos personales y volvamos al artículo.

Con la experiencia de la Trilogía y su éxito, Sienkiewicz va a dar un cambio de escenario: en vez de la historia de Polonia en la segunda mitad del siglo XVII, vámonos a Roma, a los últimos años del emperador Nerón (63-68). Sin embargo el sistema funciona igual: historia real e historia ficticia entrelazándose en un hilo de aventura amorosa que da continuidad, consistencia y tensión a la lectura.

Quo vadis significa ¿adónde vas? Según una tradición-leyenda, durante la persecución de Nerón a los cristianos, Pedro huía de Roma por la vía Apia. Vio entonces al Señor resucitado que iba en dirección opuesta, hacia Roma, y le dijo: Quo vadis, Domine? A lo que Jesús le responde: «Voy a ser crucificado en Roma por segunda vez ya que tú abandonas mi rebaño». Avergonzado de su cobardía, Pedro regresa a Roma para afrontar su destino: el martirio.

Quo vadis narra magistralmente cómo era la Roma del siglo primero. El hilo histórico de la novela se centra en la persona del emperador romano Nerón, así como en la persecución y difusión de la fe cristiana. Se presenta el contraste entre el Imperio Romano y los primeros cristianos. Hay un contraposición entre el libertinaje pagano del palacio imperial con el poder de las razones morales de los seguidores de Cristo, que se convertiría más tarde en la base para la construcción de la civilización europea.

La trama principal de la novela es la historia de amor entre Marco Vinicio y Ligia. Pertenecen a dos mundos separados: Vinicio es un patricio romano, miembro del ejército, Ligia pertenece a una tribu bárbara, es rehén en una familia romana y cristiana. La trama amorosa, que lógicamente es ficticia, influye decisivamente en el desarrollo de la acción en la que destaca la huida de Ligia, la búsqueda de su amada por parte de Vinicio, el intento de secuestro, la transformación y el bautismo de Vinicio, y la milagrosa salvación de Ligia en el circo. El punto culminante de la trama es el enfrentamiento de Ursus, el protector de Ligia, con el toro. La victoria del hombre frente al animal en la arena del circo simboliza un final feliz de la trama ya que, a partir de entonces, Ligia, Vinicio y el propio Ursus están en manos del pueblo romano. Se trata de un acontecimiento clave ya que, en ese mismo momento, el pueblo da la espalda a Nerón y se declara a favor de los cristianos.

Una figura importante en la obra es Petronio, un patricio romano, consejero cercano de Nerón, que constituye un ejemplo de gusto y  elegancia de la Antigüedad clásica, Petronio es el arbiter elegantiae, simboliza la cultura clásica del pasado, grandiosa en comparación con la que reina durante el gobierno de Nerón, una cultura en constante decadencia. A lo largo de una lucha constante entre la vida y la muerte, Petronio critica la idea del emperador y pierde.

El personaje más trágico y cómico es Chilon Chilonides, un sofista escéptico sin principios morales. Se hace pasar por cristiano para traicionarles. Vende como esclavos a la familia de Glaucus, un médico cristiano de ascendencia griega, que también traicionado muere mártir perdonando a Chilon. Gracias a ese ejemplo se produce en el despreciable sofista un cambio radical y al final muere en la cruz en defensa de los que ha entregado: los cristianos.

En esta gran novela cabe destacar lo bien representado y escrito que está la Roma del primer siglo. Sienkiewicz se documentaba muy bien. Hay como una gran alabanza a la grandeza del Imperio Romano con sus virtudes y defectos. En segundo lugar lo bien que describe a los primeros cristianos. Hombres y mujeres apasionados por Cristo: las virtudes de la justicia, honor y dignidad, pureza y pobreza son admirables en ellos. Eran cristianos que creían y oraban. En una buena crítica de esta novela la autora se preguntaba si realmente la descripción de esos primeros cristianos, de su vida tan ejemplar, es una invención de Sienkiewicz o se dio en realidad.

Es una narración llena de valores cristianos. Quizá el primero de ellos sea el amor entre Vinicio y Ligia. Vinicio que ha conocido a Ligia en la familia romana de la que es rehen, huésped y hasta familiar se enamora locamente. Quiere poseerla abusando de ella en las orgías de Nerón, pero Ligia no está dispuesta. Vinicio descubre poco a poco que quiere a Ligia porque hay en ella un secreto, algo que la hace fuerte, pura, justa. Vinicio descubre el gran secreto de Ligia: es cristiana. Marco Vinicio busca desesperadamente a Ligia y quiere conquistar su amor por eso empieza a conocer el cristianismo. Lo que descubre le deja asombrado: todo un nuevo mundo, una nueva manera de pensar, de vivir y de tratar a las personas. Vinicio buscando y amando a Ligia está como inconscientemente buscando y amando el secreto de ella: Jesucristo.

Para quien no haya leído todavía Quo vadis, lo cual me parece una carencia fundamental, pero quiera confirmar que tratándose de una novela de literatura clásica es además de profundos valores cristianos, le recomiendo la lectura del capítulo VIII, tres páginas en mi versión polaca que en lectura sosegada llevan diez minutos; y el capítulo XXXIII cinco páginas, unos quince minutos. En el capítulo octavo se describe la impresión de Akte, antigua amante de Nerón, cuando ve cómo reza Ligia que se encuentra en una situación desesperada. Akte nunca ha visto a nadie rezar de esa manera y siente que está dirigiendo sus palabras a Alguien que la ve y que solamente Él la puede ayudar.

En el capítulo treinta y tres es toda una declaración de amor entre Vinicio y Ligia junto a los apóstoles Pedro y Pablo. Algunos de los cristianos critican duramente a Ligia por enamorarse de un pagano pero „Pedro se acercó a ella y le dijo: -Ligia, ¿tú le quieres de verdad, para siempre? Se hizo un momento de silencio. Sus labios empezaron a temblar como los de un niño que va a irrumpir en llanto, que sabiendo que es culpable se da cuenta al mismo tiempo que tiene que reconocer su culpa. -¡Respóndeme! Insistió el apóstol. Entonces humildemente, con voz temblorosa y susurrando, se postró de rodillas ante Pedro: -Sí, así es… Vinicio en ese mismo momento se arrodilló también ante ella. Pedro extendió sus manos y las reposó sobre sus cabezas diciendo: – Amaos en el Señor y para su gloria, no hay ningún pecado en vuestro amor”.

La narración termina con la muerte de Nerón y el epitafio  final: „Y así paso Nerón como pasa el viento y la tormenta, el fuego o las plagas, pero la basílica de san Pedro sigue dominando desde la colina vaticana la ciudad y el mundo. Donde estaba antes la puerta Capena se levanta ahora una pequeña capilla con una difusa inscripción: Quo vadis, Domine?” Una pregunta actual que Sienkiewicz une al Quo vadis, homine?, ¿a dónde va el ser humano si pierde su humanidad? Pero todavía hay esperanza y el sufrimiento y martirio de los cristianos dio su fruto, como también lo dará el sufrimiento de los héroes polacos.

La novela rápidamente tuvo un éxito increíble en todo el mundo. Mas de cien ediciones en francés y en italiano. En 1916, cuando murió Sienkiewicz, la tirada de Quo vadis sólo en Estados Unidos superaba el millón y medio de ejemplares. Ha sido traducido a más de cuarenta idiomas y hasta el día de hoy goza de una popularidad excepcional.

La personalidad de Sienkiewicz

Muchos dicen que Henryk Sienkiewicz se identifica bastante con el personaje Petronio, arbiter elegantiae, de su Quo vadis, que realmente existió. Culto, distante, elegante, algo escéptico, con un gusto por la belleza, especialmente en las mujeres pero siempre con un trato delicado, respetuoso. Utiliza una crítica irónica y humorística de la realidad en la que vive.

Después de completar la Trilogía, Sienkiewicz publicó dos novelas contemporáneas: Bez dogmatuSin dogma y Rodzina PołanieckichLa familia Polaniecki. Que en forma de diario recogen muchos datos autobiográficos. Sin dogma es el diario con los pensamientos de un rico conde polaco que vive con su padre en Roma, asiduo visitante de los salones europeos, un ejemplo de la «improductividad eslava» en constante análisis de la belleza y del espíritu humano.

Alguien me preguntó últimamente si Sienkiewicz era creyente. No supe contestarle, tampoco a la pregunta si era practicante católico, siendo esta segunda más fácil de encontrar respuesta pues es un dato empírico. Lo que está claro por sus obras es que no se entiende la historia de Polonia sin el cristianismo, como tampoco Sienkiewicz entiende su propia vida sin la fe católica y la devoción a la Madre de Dios. Su pensamiento es católico pero teológicamente poco pensado. Me parece que las corrientes filosófica de la época, de cuya lectura era también muy asiduo, le llevaron a un escepticismo que quiso superarlo con un voluntarismo: quiero creer.

Escribe en Sin dogma: “Estoy esperando que se me dé un estado de mi alma en el cual pueda creer firmemente y sin mezcla de dudas, para creer como creía cuando era niño. Tengo nobles motivos, no busco ningún interés personal pues sería más cómodo para mi ser un animal alegre y cebado (…) Yo en este grande ´no sé´ de mi alma procuro cumplir todas las normas religiosas y no me tengo como un hombre insincero. Lo sería si en vez de decir ´no sé´ pudiera decir: sé, que no hay nada. Pero nuestro escepticismo no es una abierta negación, es más bien una dolorosa y penosa intuición de que puede no haber nada, es una densa niebla que rodea nuestra cabeza, presiona en nuestros pechos y nos cubre la luz. Así que extiendo mis manos hacia ese sol que tras la niebla brilla. Pienso que no estoy solo en esta mi situación, que la oración de muchos, de muchos de los que van a misa el domingo, podría resumirse en estas palabras: ¡Señor, dispersa la niebla!”

La familia Polaniecki es una defensa del papel social de la nobleza y la burguesía, así como una apoteosis abierta del tradicionalismo católico. El protagonista de la novela es un noble empobrecido que hace negocios en Varsovia. Escribiendo esta novela conoció a María Romanowska, la hija adoptiva de un hombre rico de Odessa. Henryk tiene ya cuarenta y seis años, María dieciocho. Los dos tienen dudas pero la madre, fascinada por la lectura de Sin dogma, presiona a su hija para que se case. La boda tuvo lugar en Cracovia en el año 1893 y fueron casados por el cardenal obispo de esa ciudad. La suegra pasa de la fascinación por Sienkiewicz a la reprobación. Ella hizo los trámites para conseguir ante el Vaticano la nulidad del matrimonio, lo que se consiguió en menos de un año de la ceremonia de la boda. Sienkiewicz recibió la confirmación papal de la inexistencia del sacramento del matrimonio con pena y dolor. La desagradable aventura de una suegra que hace y deshace está retratada en las páginas de La familia de los Polaniecki.

Los cruzados

Poco después el escritor planeó visitar los campos de Grunwald -estaba escribiendo Krzyżacy – Los cruzados, historia de los caballeros Teutónicos en el siglo XV-, pero no obtuvo el permiso de la policía prusiana. En cambio, conoció a otra María: «Una hermosa mujer de Wielkopolska, la señorita Radziejewska, que me causó una impresión electrizante». Ella era periodista, entonces tenía veintitrés años, Sienkiewicz, cincuenta y tres. Era una mujer muy hermosa e inteligente pero Henryk, a pesar de estar muy enamorado, descubre en ella alguna anomalía psíquica. Tras las tristes experiencias del segundo matrimonio, el escritor decidió romper esta relación. Años más tarde se confirmaría trágicamente el desequilibrio de esta cuarta María.

La combinación de aventura caballeresca y romance se puede encontrar en Los Cruzados (1900). Es una gran pintura histórica con un contenido más extenso, profundo y exacto que cualquiera de sus obras anteriores obras. La epopeya cuenta la historia de las luchas polaco-teutónicas, llenas de un fuerte sentimiento patriótico, y constituye una respuesta de Sienkiewicz ante los abusos prusianos.

La idea de escribir Los cruzados surgió al ver los abusos cometidos por las autoridades prusianas contra la población polaca. Lo más fuerte fue la cruel persecución de los niños y sus padres en Września, ciudad cerca de la actual Poznań, que protestaron contra la enseñanza de la religión en alemán en la escuela. No se permitía hablar en polaco en la escuela, pero que la enseñanza de la religión católica se hiciera en alemán, para los polacos colmó el vaso. Henryk participó activamente en las acciones de protesta contra ellos. La descripción final de la victoriosa Batalla de Grunwald (1410) hizo que la novela fuera adoptada desde el principio como una obra de actualidad política, y los acontecimientos históricos posteriores -con la derrota de Alemania en ambas guerras mundiales- la hicieron casi profética.

La última María y su actividad social

En 1904, Sienkiewicz, de 58 años, se casó con Maria Babska, de 42. Esta mujer era su prima, y ella estaba enamorada de él desde hacía mucho tiempo, pues lógicamente como familiares se conocían desde antiguo. La boda fue íntima, solo en compañía de los seres queridos. Los Sienkiewicz se reencontraron para vivir juntos doce felices años, hasta la muerte del escritor.

Henryk Sienkiewicz fue un gran trabajador social promoviendo y financiando muchas iniciativas sociales: museos, fundaciones para promover la cultura, la investigación científica o la promoción de jóvenes escritores. Promovió santuarios para niños tuberculosos y financió la construcción de iglesias. En los últimos años de su vida intensificó su cooperación en proyectos sociales ayudado por su esposa.

El estallido de la Primera Guerra Mundial (1914) sorprendió a Sienkiewicz en Oblęgorek, su residencia palacio -Dworek- cerca de Varsovia, desde donde partió hacia Suiza vía Cracovia y Viena. Con la participación de Ignacy Jan Paderewski, organizó en Vevey el Comité General Suizo de Ayuda a las Víctimas de la Guerra en Polonia, enviando dinero, medicinas, alimentos y ropa a un país devastado por ejércitos combatientes

Su gran última novela: A través de la selva y de las estepas

La novela para jóvenes W pustyni i w puszczy – A través de la selva y de las estepas (1911) es la última gran novela de aventuras con las que concluyó su carrera de más de cuarenta años de escritor. Este romance de aventuras, que deja notar la influencia de Julio Verne, trata del viaje de dos niños secuestrados por los musulmanes durante el levantamiento del Mahdi en Sudán (1881-1885). Consiguen escaparse y atraviesan todo el continente africano para ser encontrados, al borde ya de la muerte, por un equipo de rescate. El autor utiliza sus propias experiencias de su viaje a África. Tiene toda la maestría de sus grandes obras, de muy fácil lectura, especialmente para los jóvenes.

El amor a su patria y su muerte en Suiza

En 1905, en respuesta a una entrevista del periódico parisino Le Courrier Européen, decía: „Debes amar a tu patria por encima de todo y pensar ante todo en su felicidad. Pero al mismo tiempo, el primer deber de un verdadero patriota es hacer que la idea de su patria no sólo no se oponga a la felicidad de la humanidad, sino que se convierta en uno de sus fundamentos. Sólo bajo estas condiciones la existencia y el desarrollo de la Patria se convertirán en un asunto que atañe a toda la humanidad. En otras palabras, la consigna de todos los patriotas debe ser: por la Patria a la humanidad, y no: por la Patria contra la humanidad”.

Henryk Sienkiewicz murió como vivió, trabajando en el extranjero. Su último escrito es una novela de la era  napoleónica LegionyLegiones, un trabajo que se publicó póstumamente. Murió en su residencia temporal de Vevey, en Suiza, de un ataque al corazón. En 1924, en la Polonia libre, las cenizas del escritor fueron traídas solemnemente desde Vevey al país. Sus restos mortales reposan en la catedral de san Juan de Varsovia.

Acabemos recalcando que el talento literario de Henryk Sienkiewicz se mide por su habilidad para usar palabras prestadas del lenguaje de épocas pasadas, con el uso de términos que hacen único el estilo de este escritor. Además el autor de la Trilogía contribuyó de una manera decisiva en la formación de la conciencia nacional de los polacos del siglo XIX. Witold Gombrowicz, conocido escritor y crítico de la literatura polaca escribía estas palabras en su Diario (1953 – 1956): „¿Quién leyó a Mickiewicz por su propia voluntad, quién conoció a Słowacki? Pero Sienkiewicz es el vino con el que realmente nos embriagamos. Aquí late nuestro corazón… y hables con quien hables, con un médico, un obrero, un profesor, un terrateniente, un oficinista, siempre te encontraras con Sienkiewicz. Sienkiewicz es el último y más íntimo secreto del gusto polaco: el sueño de belleza polaca”.

Henryk Sienkiewicz sigue siendo considerado un clásico de la novela histórica, uno de los más grandes escritores de la historia de la literatura polaca y un estilista sin igual. Las listas bibliográficas internacionales prueban que Sienkiewicz es uno de los escritores polacos más populares en el mundo. Sus obras siguen apareciendo en reimpresiones y nuevas traducciones.

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