España

“El Papa nos pide que vivamos con hondura y alegría nuestra vocación religiosa”

El 2 de febrero se celebra la Jornada de la Vida Consagrada. Palabra ha dialogado sobre la vida religiosa con María del Rosario Ríos, primera mujer presidenta de la Confederación Española de Religiosos (CONFER).

Enrique Carlier·31 de enero de 2017·Tiempo de lectura: 6 minutos

 María del Rosario Ríos, superiora de la Compañía de María desde 2010, era hasta hace poco la vicepresidenta de CONFER. En abril del año pasado se convirtió en presidenta interina, al ser nombrado obispo de Mondoñedo-Ferrol el anterior presidente, Luis Ángel de las Heras. Luego, en noviembre, la Asamblea general de CONFER la ha elegido como presidenta para los cuatro próximos años.

Mariña (así es conocida familiarmente) nació en A Coruña en 1960. Es licenciada en Psicología por la Universidad de Santiago y Bachiller en Teología por la Universidad de Comillas. Ha trabajado entre jóvenes de Colegios Mayores y Residencias universitarias, como maestra de novicias y en diversos servicios de gobierno.

De vuelta de La Rioja y horas antes de coger el avión hacia Roma, hace un hueco para atender a los lectores de Palabra.

María del Rosario, ¿cómo se vivirá este año la Jornada mundial de la Vida Consagrada? 

Destacaría el acento que sugiere el lema escogido:“Testigos de la esperanza y de la alegría”, que evoca las palabras del Papa Francisco a la Iglesia y a la Vida consagrada.

Evoca la Carta apostólica Testigos de la alegría, que el Papa nos dirigió a los consagrados en el Año de la vida consagrada. En esa carta nos anima a ser testigos de esperanza y a contagiar esperanza a todos en medio de las dificultades de nuestro tiempo y también de las dificultades en nuestra propia vida religiosa.

También destacaría el mismo sentido que tiene la celebración de la Jornada, no sólo para la vida consagrada, sino para todo el Pueblo de Dios. Lo que se pretende con ella es agradecer, testimoniar, renovar el carisma religioso y ahondar en lo que es. Estas jornadas ayudan a que el Pueblo de Dios experimente la vida consagrada como lo que es: un don en la Iglesia.

¿Cómo han acogido las distintas instituciones eclesiales, y también los institutos integrados en la CONFER, el hecho de que la presidenta sea una mujer?

En la CONFER se ha acogido positivamente, como algo normal y como un servicio.

En las instituciones religiosas ya vivimos la realidad de que hombres y mujeres realizamos servicios de gobierno o de formación a distintos niveles: locales, provinciales, generales. Por eso se ha vivido como algo normal, positivo y como una entre las diversas aportaciones de la mujer a la Iglesia.

El Papa Francisco invita a que las mujeres puedan aportar también desde lugares donde a veces no hemos aportado tanto, por la misma trayectoria de la Iglesia o porque, por distintas razones, no nos hayamos atrevido.

Respecto a otros ámbitos de la Iglesia, también me he sentido acogida positivamente.

Añadiría que se corre el peligro, cuando es noticia, de insistir demasiado en el hecho de ser mujer. Es verdad que es la primera vez que se ha elegido una presidenta, pero hay que entrar en categorías evangélicas, aunque también haya que ocupar puestos.

Estos nombramientos pueden ser signo expresivo de la aportación de la mujer a la Iglesia, pero la aportación de la mujer no se limita a eso. No nos tenemos que quedar ahí, porque al final lo importante es realizar un servicio a la Iglesia, desde la tarea de gobierno y también desde otras tareas que son igualmente servicio.

¿Le ha sorprendido algo en este tiempo al frente de CONFER? ¿Cómo ve la situación actual de la vida religiosa en España?

En la Confederación Española de Religiosos están integradas un total de 408 congregaciones religiosas. De ellas, 301 son femeninas y 107 masculinas, con un total de unos 42.000 miembros (con la misma proporción de 3 a 1 entre mujeres y varones que entre el número de congregaciones femeninas y masculinas). Y un total de más 5.400 comunidades. No están integradas, por lo general, las comunidades religiosas contemplativas.

La presidencia de CONFER me permite ver la gran riqueza de la vida religiosa en España y la pluralidad de sus carismas. Es una realidad muy viva, muy activa, muy creativa, muy ocupada y preocupada por la evangelización.

Me ha permitido descubrir muchas cosas que a veces en el día a día pueden pasar inadvertidas.

¿Cómo afrontan ese envejecimiento de algunos institutos religiosos?

Es verdad que la media de edad de los religiosos en España es mayor que en otros países, como ocurre también en el conjunto de la sociedad española. Pero eso no le resta vitalidad. Nos encontramos en nuestros institutos religiosos con personas que en la sociedad civil serían personas jubiladas y que en la vida religiosa es gente muy activa y comprometida. Dios hace maravillas con estas personas. Quizás no salen en los periódicos, pero tampoco es lo que queremos, sino ser fieles a Jesús.

Hay varias líneas de actuación. Una es formar y formarnos para acompañar esa etapa importante de la vida y de la vocación en la vejez; también los superiores locales y los responsables de comunidades.

Es verdad que la esperanza de vida ha aumentado. Por otro lado, el envejecimiento en algunas congregaciones –no en todas es igual, pero es verdad que la media de edad media es mayor que en otros tiempos– nos está llevando a buscar creativamente cómo mantener el servicio a la misión de otra manera.

Hace cuarenta años un religioso de setenta años era un anciano. Hoy no. A lo mejor no puede seguir como docente en un colegio religioso, pero sí seguir activo siendo una referencia en esa obra apostólica o seguir acompañando a jóvenes.

Diría que lo estamos afrontando con realismo y con esperanza, porque al final –y ahí el Papa nos ha hecho una llamada importante– nuestra confianza no está en los números, las cifras, ni en la juventud, sino en el Señor, que puede hacer cosas grandes con lo que somos. Si lo evangélico a veces es lo pequeño y lo débil, también puede serlo una media de edad elevada.

Lo afrontamos con una mirada, a la vez, creyente y agradecida. Porque los mayores han acumulado sabiduría y experiencia y son un testimonio de fidelidad al Señor.

¿También puede ser una línea de actuación reducir el trabajo con la reducción de provincias de un Instituto?

La agrupación de provincias, que supone reducir estructuras de funcionamiento, no es tanto para reducir la misión, sino justo lo contrario, para potenciar la misión.

Estoy pensando, por ejemplo, en mi congregación, la Compañía de María. Nosotras hicimos una reducción de provincias hace más de doce años. De cinco provincias pasamos a una, pero no tanto para reducir la misión cuanto para tener más gente activa en la misión y menos en las estructuras de funcionamiento provinciales. Muchas de estas medidas se toman para ajustar la organización a la realidad y para poder seguir potenciando la misión.

Otra cosa es que haya que hacer discernimiento sobre determinadas presencias, haya o no reducción de provincias, por la misma realidad o por las demandas de la realidad. Cuesta mucho decir esta obra hoy o se transforma o nuestra presencia sanitaria, educativa o pastoral tendría que ser de otro modo para responder mejor a la realidad.

¿Cuáles vienen siendo los puntos en los que el Papa Francisco insiste más a los religiosos?

En primer lugar, los religiosos nos sentimos interpelados por lo que el Papa dice a toda la Iglesia, no sólo a nosotros. Pero, además, es verdad que al dirigirse a los religiosos se observan unas constantes, que me parece van en la línea de que vivamos con hondura y con alegría nuestra vocación religiosa. Nos llama a ser expertos en comunión y testigos de esperanza, de alegría y, en definitiva, del Señor. Y a ser parte de esa Iglesia en salida, desde nuestra propia vocación. Por ahí me parece que van las claves de lo que nos pide el Papa.

Otra de sus insistencias es que no nos pongamos en el centro, ni siquiera nuestras dificultades, sino que el centro sea el Señor y los demás.

Creo, además, que estas llamadas son significativas, porque el Papa nos habla conociendo la vida religiosa desde dentro. Su palabra es certera, por ejemplo, al insistirnos en la fraternidad, la comunión, no sólo entre los religiosos. No son teorías, sino insistencias de quien quiere bien la vida religiosa y la conoce desde dentro con todas sus riquezas y dificultades.

Hace unos pocos años se habló de aumentar el tiempo del noviciado para un mejor discernimiento vocacional. ¿Hay alguna novedad al respecto?

En efecto, alguna Congregación que tenía un año de noviciado lo ha ampliado a dos. Otras órdenes o institutos ya teníamos dos años de noviciado. Lo que se está haciendo es cuidar mucho los previos al noviciado y los procesos de discernimiento. Algunos Institutos, además, han ampliado el tiempo del postulantado, antes del noviciado.

Lo que sí está claro es que hoy la formación y los procesos son mucho más personalizados que hace treinta o cuarenta años. La situación es distinta hoy, porque la sociedad es distinta y las procedencias de las vocaciones son diferentes.

La idea es asegurar un buen proceso del discernimiento vocacional y de formación que confirme la vocación a un instituto religioso.

El autorEnrique Carlier

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