Mundo

Católicos en Sudáfrica: 200 años con Nuestra Señora

La llegada de la fe católica a Sudáfrica hace 200 años tuvo lugar de la mano de la Virgen Nuestra Señora, en su advocación de Santa María de la Huida a Egipto, y con los Oblatos de María Inmaculada, que evangelizaron a la población nativa.

Joseph Pich·7 de noviembre de 2017·Tiempo de lectura: 3 minutos
Catedral de Santa María en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.

El 7 de junio de 1818 el Papa Pío VII estableció el Vicariato Apostólico del Cabo de Buena Esperanza y Territorios Adjuntos, comenzando así la presencia institucional de la Iglesia católica en Sudáfrica. En estos 200 años su presencia se ha desarrollado de tal forma que la Conferencia Episcopal de Obispos Católicos de Sudáfrica, que incluye los países de Sudáfrica, Botsuana y Suazilandia, está compuesta hoy día por 28 diócesis y un vicariato apostólico.

El 25 de junio de este año, la archidiócesis de Ciudad del Cabo comenzó las celebraciones del bicentenario, que duran un año entero, con una Misa de acción de gracias en la catedral de esta magnífica ciudad, dedicada a Santa María de la Huida a Egipto. Un buen número de obispos sudafricanos asistieron al comienzo de las celebraciones.

Las celebraciones de su bicentenario no esconden que la presencia de la Iglesia católica en esta parte del planeta se remonta al descubrimiento del Cabo de Buena Esperanza por el portugués Bartolomé Díaz en 1488. Al principio lo llamó Cabo de las Tormentas, por los peligros que tiene cruzarlo, de lo que son prueba los innumerables naufragios, al encontrarse en un mismo punto dos océanos, el Atlántico, con las corrientes frías, y el Índico más caliente. Los navegantes le dieron el nombre actual con la esperanza de encontrar una ruta hacia la India, y esta fue recompensada. 

En 1652, los holandeses establecieron una base a medio camino entre Europa y Asia, para proveer a sus barcos de agua, carne y verduras. Fruto de la reacción anticatólica de la reforma protestante, los colonizadores holandeses prohibieron la práctica de la fe a los católicos. En 1688 llegaron los hugonotes franceses que, huyendo de la persecución antiprotestante, echaron más leña al fuego. Una prueba de ello es la historia de un obispo francés que cuando su barco naufragó en la zona en 1660, no le fue permitido el celebrar Misa en tierra firme. Cuando en 1685 seis padre jesuitas aparecieron en una misión astronómica, no les dejaron celebrar Misa en la ciudad, ni dejaron que los católicos pudieran ir a su barco para recibir los sacramentos. 

 Por fin, en 1804 el gobernador de la colonia declaró la tolerancia religiosa, permitiendo a sacerdotes holandeses venir a cuidar a los pocos católicos que había. Pero en 1806 los sacerdotes fueron expulsados. Durante treinta años, la situación de los católicos fue muy precaria. 

Ligados a Egipto

En 1837, el Papa Gregorio XVI estableció el Vicariato Apostólico del Cabo de Buena Esperanza, separado de las islas Mauricio. Por fin, en abril de 1838 el obispo dominico Patrick Griffith eligió a la Virgen, Nuestra Señora de la Huida a Egipto, como patrona del nuevo vicariato, por la persecución que los católicos habían sufrido durante estos años y por la connotación africana de Egipto.

En 1852, los Oblatos de María Inmaculada establecieron una comunidad en Natal, y fueron los que iniciaron la evangelización de los negros. Se puede decir que los oblatos son los evangelizadores de Sudáfrica. Anteriormente la mayoría de los esfuerzos evangelizadores se habían dirigido hacia la comunidad blanca.

La Iglesia católica creció rápidamente durante el siglo XX. En 1951, Pío XII estableció la actual estructura de la jerarquía católica que comprende las provincias eclesiásticas de Ciudad del Cabo, Durban, Pretoria y Bloemfontein (donde nació el escritor Tolkien, quizá el más conocido sudafricano después de Nelson Mandela), cada una con sus diócesis sufragáneas. Después del Concilio Vaticano II, la Iglesia católica comenzó a incrementar su oposición al apartheid, defendido por los protestantes afrikáners.

En 1969 Zimbabue estableció su propia conferencia episcopal, seguida por Lesoto en 1972 y Namibia en 1996. En el 2007 se constituyó la provincia eclesiástica de Johannesburgo debido a su rápido crecimiento, que ha alcanzado unos 8 millones de habitantes, elevándose a archidiócesis.

Al igual que el resto de las instituciones del país, quizá el mayor desafío que tiene por delante la Iglesia católica en Sudáfrica es integrar la población negra, que constituye un 80 %, con la minoría blanca. En una mayoría protestante, la Iglesia católica va poco a poco superando el 7 % de la sociedad. Dentro del continente africano, Sudáfrica es un caso especial, al contener dos sociedades, una europea y otra africana, que conviven juntas, con lo mejor y lo peor de ambas. Las tres lacras fundamentales del país son la pobreza, el desempleo y la falta de igualdad, que juntas producen un alto nivel de crimen. El gobierno negro del ANC (Congreso Nacional Africano, partido de Nelson Mandela, fallecido en 2013), sin oposición desde la caída del apartheid, intenta por todos los medios remediar la situación, últimamente con problemas de corrupción. Esperemos que la Virgen de la Huida de Egipto, nos ayude a encontrar el camino hacia adelante.

El autorJoseph Pich

Johannesburgo (Sudáfrica)

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica
Banner publicidad
Banner publicidad