Iniciativas

María y José Solana. Encuentros de fe con adolescentes

El matrimonio Solana, María y José, llenan su casa de adolescentes todos los viernes para hablarles de la fe, ayudarles a compartir su vida y provocar que se creen grandes amistades entre ellos. 

Arsenio Fernández de Mesa·15 de septiembre de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
Familia Solana.

Charlo con María y José, casados, seis hijos. Los dos son profesores: María en Primaria y José en Secundaria. Viven la fe en la parroquia de Santiago y San Juan Bautista de Madrid pero nunca han querido quedarse en una experiencia cristiana de mínimos. Siempre desearon más. Por eso participan como “padrinos” en una novedosa pastoral con adolescentes. “Para los chicos en este momento de su vida la referencia de su hogar, de su casa, pasa a un segundo plano y los amigos cobran un protagonismo especial”, apunta José. De ahí que busquen paliar el problema de que estén “faltos de referencia fuera de casa”. Esta pastoral les mantiene vinculados a la parroquia después de la Confirmación, periodo en el que se produce una especie vacío en los chicos -que suelen romper la vinculación con la Iglesia-. Se hacen unos cuantos grupos para que participen juntos de la fe y así empiecen a generar personas de referencia que son de su edad. Sus iguales. “Es un grupo de amistad en la parroquia”, señala María. 

En estas reuniones se tratan temas sobre la fe cristiana: alguna virtud teologal, pecado capital o don del Espíritu Santo, por ejemplo. Casi todos los encuentros son fuera de la parroquia. Aquí está la gracia y quizá el secreto del éxito: se reúnen los viernes en la casa de María y José. “La idea es que vean que nuestra casa es su casa, que se les abren las puertas y son uno más. Nuestros hijos con ellos se lo pasan bomba. Nos reunimos mientras nuestros hijos ven una película. La cena la hacemos en conjunto. Se generan lazos entre ellos, con nosotros y con nuestros hijos. Les ayudas a encontrar gente como ellos, con inquietudes como ellos, a los que luego verán en la parroquia”, apunta este matrimonio tan entusiasmado con su tarea. Luego les llevan a sus casas, ya entrada la noche.

El feedback que transmiten los chicos es un gusto por este tipo de reuniones. Van ilusionados. Con ganas. Saben que son importantes. Que estos encuentros son en parte suyos. No se configuran como una catequesis al uso en la que reciben con cierta pereza lo que les dice el catequista como si fuese una clase más del colegio. Estos encuentros son muy experienciales. Participan. Viven lo que se trata y pueden expresar sus propias experiencias. Se ven involucrados, lo sienten todo en primera persona. “Para nosotros es una pastoral exigente: todos los viernes los recoges en la parroquia, los llevas a tu casa, les preparas una buena cena con cariño y luego los llevas de vuelta a su casa. Hacemos un viaje repartiendo niños por todo Madrid, que a veces nos lleva dos horas”, señala José. Es la paradoja de Jesucristo: quien pierde su vida la encuentra. Así lo siente este matrimonio. “Ver cómo viven los chicos los temas que se tratan, cómo exponen sus propias experiencias, cómo les ayuda retorna en que estamos satisfechos. Dios nos da alegría, paz en el matrimonio. Nos une más. Nos ayuda a ser generosos, a no guardarnos la vida para nosotros. Nos maravilla meternos en la vida de estos chicos”, coinciden ambos. 

Los chicos están con ellos desde que tienen 12 años hasta que cumplen 18. “Pueden expresar con nosotros lo que no pueden expresar en casa ni con sus amigos del colegio. Hablamos libremente de muchos temas que son esenciales, como la sexualidad, la envidia, honrar a los padres, la importancia del respeto. Recurrimos mucho al Catecismo de la Iglesia para iluminarles sobre estos temas”. Piensan que esta actividad será un tesoro para sus hijos cuando sean adolescentes el día de mañana. “Deseamos que cuando nosotros no podamos llegar a explicárselos -porque con los propios padres siempre cuesta hablar de algunos temas- haya otro matrimonio que les ilumine, que les enseñe a abrir el alma, que pueda cuidarles, provocar que se creen grandes amistades”, concluye María.

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