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La comunión espiritual en tiempos de coronavirus

El autor explica qué es una comunión espiritual, y propone algunas fórmulas para realizarla. También en el caso de que se considere que no estamos en gracia de Dios.

Pablo Blanco Sarto·31 de marzo de 2020·Tiempo de lectura: 2 minutos

Cuando no se puede recibir la comunión sacramental, siempre puede recibirse el sacramento de modo espiritual. En la comunión espiritual se obtienen los efectos in voto, como promesa. Según santo Tomás de Aquino, consiste en hacer un acto de fe sobre la presencia de Jesucristo en la Eucaristía, después un acto de amor, y contrición por haberlo ofendido; a continuación, el alma invita al Señor a venir a ella y a que la haga suya completamente; en fin, le da gracias como si lo hubiera recibido sacramentalmente (cf. STh IIIa, q 80). Es decir, sería equivalente, en cuanto a los frutos, a recibir directamente al Señor por medio de una comunión sacramental.

   El concilio de Trento recordó que la comunión no es solo espiritual sino que está íntimamente unida a la sacramental (c. 8: D 1648). La Eucaristía era no solo para ver, adorar y contemplar, sino también de modo especial para comer. Establece allí tres posibilidades: a) Los que la reciben solo sacramentalmente pero no espiritualmente, como los que comulgan en pecado; b) otros la reciben solo espiritualmente, como los que hacen una comunión espiritual  —con fe viva a través del amor (Ga 5, 6)— gozan de sus frutos y se benefician de ella; c) un tercer grupo la recibe tanto sacramentalmente como espiritualmente (c. 8): son los que se preparan antes para acercarse a la Eucaristía, vestidos con las vestiduras nupciales (cf. Mt 22, 11ss.) y la reciben en la sagrada Comunión.

   El Cura de Ars afirmó que «una comunión espiritual actúa en el alma como un soplo de viento en una brasa que está a punto de extinguirse». Ronald Knox añade las siguientes palabras: “Sabemos que una comunión espiritual hecha sinceramente puede producir los mismos efectos que la comunión sacramental». A lo que añadía Juan Pablo II la siguiente recomendación: «Es conveniente cultivar en el ánimo, el deseo constante del Sacramento eucarístico” (Ecclesia de Eucharistia, n. 34).

¿Cómo hacer una comunión espiritual?

Se puede decir algo así: “Jesús, te echo de menos pues desearía recibir la comunión sacramental en este momento, pero ahora tengo que esperar, por eso te pido que vengas ahora espiritualmente a mi corazón”. Y entonces hacer un acto de fe y de confianza de que ya está dentro de nosotros. También se puede repetir la fórmula que enseñó un escolapio a san Josemaría: “Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y el fervor de los santos”.

¿Y si no estoy en gracia de Dios?

Como se requiere el estado de gracia para realizar la comunión espiritual, y así como existe el bautismo de deseo para el que está impedido de recibirlo sacramentalmente, de la misma manera puede existir la comunión de deseo. Esto sirve para disponerse a la conversión y posterior comunión —cuando se pueda confesarse y recibir la absolución— con el Cuerpo de Cristo.

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