Vaticano

Nadie es extranjero en la Iglesia: ninguno es forastero en este mundo en cambio

Las palabras del Papa Francisco en su encuentro con el clero y agentes pastorales de Kazajstán ofrecieron la clave de lectura de este 38 viaje papal: Nadie es forastero en este mundo que a veces se muestra como una estepa desolada.

Aurora Díaz Soloaga·19 de septiembre de 2022·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa despedida kazajstan

Foto: El Papa recibe la dombra en su despedida de Kazajistán. ©CNS photo/Vatican Media

Akulina vive en Almaty. Es ortodoxa, de origen ruso. El miércoles viajó a Astaná recorriendo 1.500 km de estepa, para asistir a la Misa del Papa en la EXPO. Las dos noches en tren, en menos de 48 horas, y las muchas horas junto a otros asistentes, de las parroquias de Almaty, se le han hecho breves tras la impresión tan positiva de esas escasas horas con el Papa.

Alisher, a su vez, es un joven pastor protestante, de origen kazajo. El no pudo viajar, dadas las escasas posibilidades asequibles de los últimos días antes de la visita del Papa. Pero su deseo era el de poder ver de cerca al Santo Padre, lo que consideraba un gran honor.

Para estar con personas como Akulina y Alisher, para católicos de todo Asia Central y países colindantes, para las delegaciones de religiones tradicionales presentes en Astaná (la capital de Kazajstán ha vuelto a recibir su primitivo nombre en estos días) vino el Papa Francisco a Kazajstán.

Si bien su viaje en esta ocasión no puede considerarse estrictamente pastoral, sino oficial con motivo de la asistencia al 7º congreso de líderes de religiones tradicionales y del mundo, en el cálido encuentro del Papa Francisco con el clero y agentes pastorales de Kazajstán, en la mañana del jueves 15 de septiembre, el Pontífice ofreció una clave de lectura de todo su viaje.

El Papa subrayó en esa ocasión que “la belleza de la Iglesia es ésta, que somos una sola familia, en la cual nadie es extranjero”. Y de alguna manera es una afirmación que con distintos matices ha querido repetir a los distintos públicos con los que se ha encontrado.

Agradeció de manera especial la presencia de fieles de todo Asia Central en la Misa del día 14, llamó hermanos y hermanas a los participantes del Congreso de líderes de religiones tradicionales y del mundo; y se dirigió con especial afecto a los representantes de la sociedad civil del país, agradeciéndoles su compromiso con valores universales (la supresión de la pena de muerte, la renuncia a las armas nucleares) a la vez que con fina delicadeza sugería caminos de democracia y promoción social a sus autoridades.

Nadie es forastero en este mundo que a veces se muestra como una estepa desolada e inhóspita. El Papa lo ha demostrado con su cercanía a otros líderes religiosos, alejado a la vez de todo sincretismo, reconociendo más bien las semillas de verdad de otras realidades de apertura al Absoluto.

Por eso, probablemente, hemos visto a un Papa cercano con cada persona y asequible a los fieles. Su paseo en papamóvil por la explanada de la EXPO sorprendió a muchos que no se esperaban esa cercanía física, como sugería su evidente estado de salud que limita muchos de sus movimientos.

También se ha mostrado gratamente sorprendido, como reflejó en su viaje de vuelta, por la grandeza (no sólo territorial) de un país ejemplarmente acogedor: “taller multiétnico, multicultural y multirreligioso único, (…) país del encuentro”.

El Papa ha descubierto un gran país, y Kazajstán ha conocido a su vez a un Papa que valora su multietnicidad y su vocación de apertura y acogida como un don deseable para todo el mundo, para cada país, para cada región, para cada conflicto.

Hay muchos otros temas de gran calado que el Papa ha recordado e incluso demandado: el compromiso por la paz, la responsabilidad conjunta de las religiones en la construcción de un mundo más humano, pacífico e inclusivo, la fuerza de la memoria, la historia y la gratitud en el camino eclesial.

Todo lo ha sabido transmitir con imágenes cercanas al pueblo multiétnico que vive en Kazajstán: las referencias al poeta Abay, el símil de la dombra, las referencias a la estepa, la bandera y los símbolos del país.

Así que el Presidente, con fino humor, no ha podido menos que responder a tanto cariño con un regalo especial al despedir al Papa el jueves día 15: el Santo Padre, que bromeó con ser un Papa musical al describir la dombra, regresó a Roma con ese instrumento, regalo del pueblo kazajo.

El autorAurora Díaz Soloaga

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