Experiencias

Mons. Hoser: “Vienen a Medjugorje para encontrar a Dios”

En mayo de 2019 se anunció que el Papa había decidido autorizar las peregrinaciones al santuario de Medjugorje, que ahora pueden ser organizadas oficialmente por diócesis o parroquias. Se trata de promover los frutos espirituales del lugar, sin declarar auténticas las apariciones. Recogemos el testimonio de un sacerdote que suele peregrinar a Medjugorje.

Omnes·15 de febrero de 2020·Tiempo de lectura: 6 minutos

Lo que podía parecer mera beatería que suscitaba ciertas dudas y reticencias, ahora es un lugar más de peregrinación como Lourdes o Fátima. Así lo autorizó el Papa Francisco el pasado 12 de mayo de 2019, víspera de la festividad de la Virgen de Fátima: “Las peregrinaciones a Medjugorje, desde ahora podrán ser oficialmente organizadas por las diócesis y parroquias”. Para ello, el Papa Francisco ha tomado directamente la responsabilidad pastoral de toda esta realidad, nombrando al arzobispo Henryk Hoser como Visitador Apostólico especial de la Santa Sede y Delegado suyo de modo permanente para que actúe en su nombre.

Pero téngase en cuenta que esta autorización no comporta la autentificación de las supuestas apariciones de la Virgen en este lugar. La Iglesia no ratifica apariciones hasta que terminan, además de estudiarse con mucho cuidado, y en el caso de Medjugorje los hechos continúan. Por otro lado, la Iglesia tampoco lo ha condenado, después de 39 años desde que empezaron las apariciones, con lo cual no consta la menor sospecha de herejía que amenace la integridad de la doctrina católica.

El lugar y el mensaje

“Medjugorje” es una palabra de origen eslavo que significa ‘entre montañas’ por su situación geográfica. Es una pequeña aldea ubicada en un valle al sur de Bosnia-Herzegovina. Esta sencilla aldea tiene la peculiaridad de haberse mantenido fiel a la fe católica a lo largo de la historia, a pesar de haber estado sometida a diversos regímenes totalitarios.

Un buen resumen del mensaje que Medjugorje está transmitiendo al mundo podría ceñirse a una llamada universal a la conversión, a través de cinco armas fundamentales que favorecen una sólida vida de fe (las así llamadas “cinco piedras” de David contra Goliat):

  • la oración con el corazón, es decir, un trato vivo y personal con Dios, que abarca también una tierna relación con nuestra Madre, la Virgen María, a quien tanto le agrada el rezo meditado del Santo Rosario, arma poderosa contra el mal;
  • la Eucaristía, vivida en profundidad como centro de nuestra vida;
  • la lectura diaria y meditada de la Sagrada Escritura, que pueda estar en un lugar visible del hogar, de tal forma que estimule a rezar en familia.
  • el ayuno a pan y agua los miércoles y los viernes, lo cual purifica el alma, ayuda a vivir mejor el dominio de sí, hace que nuestra oración resulte más eficaz y pueda detener las guerras;
  • el sacramento de la Confesión, al menos una vez al mes, abriendo el corazón a la misericordia de Dios, que nos espera con los brazos abiertos.

Los videntes (Ivanka, Mirjana, Vicka, Marija, Ivan y Jakov) son personas absolutamente normales. Eran niños cuando empezaron las apariciones, y hoy día están casados y con hijos. Gozan de una buena salud mental, certificada por muchos médicos y científicos que desarrollaron todas sus artes para cuestionar el testimonio de los videntes. Han llegado a comprobar, sin embargo, que sus estímulos cerebrales durante las apariciones respondían a una realidad que estaban viendo y oyendo, aunque los demás no pudieran verla ni oírla.

Frutos

Nos dice el Señor que “por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 20) para poder discernir. Pues bien, en Medjugorje los frutos son innumerables. Ya han acontecido varios milagros con el sol -como en Fátima- y abundantes curaciones físicas -como en Lourdes- bien documentadas y científicamente inexplicables (hasta el día de hoy se han verificado más de 500 curaciones milagrosas). Pero los mayores milagros –que no se pueden enumerar porque suceden continuamente– son las curaciones espirituales, es decir, la conversión de miles y miles de personas que, quizás habiendo llegado hasta allí de forma circunstancial (acompañando a alguien, por mera curiosidad, o incluso con ciertos prejuicios), en realidad se han encontrado con el inmenso Amor que Dios les tiene, en contraste con todas las miserias y debilidades humanas que vamos arrastrando. 

Medjugorje se ha convertido así en un lugar de reconciliación con Dios. Representa los pulmones espirituales de Europa donde uno respira hondo después de una buena Confesión. Es llamado el “confesionario del mundo” por la gran cantidad de confesiones diarias, pero que, además, no se realizan de cualquier manera: se dan bastantes casos de penitentes que, al descubrir en su conciencia ofensas cometidas de la vida pasada y que nunca habían confesado antes, llegan entonces con un profundo deseo de “vaciar el saco” y de hacer una limpieza a fondo.

Encuentro con Dios

Medjugorje es un lugar en el que millones de personas descubren la belleza de la Iglesia y se encuentran con Dios a través de la Virgen María. El clima de paz y de oración que allí se respira favorece ese encuentro tan especial. Así, ha llegado a decir Monseñor Hoser: “¿Por qué viene tanta gente a Medjugorje cada año? La respuesta es clara: viene aquí para encontrar a ‘alguien’, para encontrar a Dios, para encontrar a Cristo, para encontrar a su Madre. Y entonces descubrir esa paz que conduce a la alegría de vivir en la casa del Padre y de la Madre, y finalmente el camino mariano como el más seguro y cierto. Ésta es la paz de la devoción mariana que ha tenido lugar aquí desde años” (homilía pronunciada en Medjugorje el 22 de julio de 2018). A Jesús se va y se vuelve por María. Ella es la Reina de la Paz que nos lleva al encuentro con su Hijo, el Príncipe de la Paz.

Entre los peregrinos a Medjugorje podrían destacarse miles de sacerdotes y muchos obispos que han concelebrado allí en Misas multitudinarias y han estado atendiendo en confesión a tantos penitentes, siendo testigos de la infinita misericordia de Dios, capaz de transformar la vida de las personas. Se podrían contar muchas anécdotas, pero no disponemos del espacio para ello. Simplemente traemos a colación la experiencia allí vivida de Josefina, fiel laica: “Debo confesar que ha sido una bendición. Una llamada de la Santísima Virgen para que fuera a visitarla, ya que no tenía intención de peregrinar a Medjugorje, pues tenía muy claro lo que allí pasaba, pero he de reconocer que ha sido una bendición recibir esa llamada de nuestra Madre. Me ha impactado mucho la cantidad de personas allí presentes, familias jóvenes, muchos jóvenes, también mayores, pero sobremanera el silencio, el respeto a pesar de las miles de personas que había, tanto en la adoración al Santísimo, como en el rezo del Santo Rosario y en la Eucaristía. La Virgen ha querido que yo viviera en mi persona su amor por mí ante mi escepticismo. Medjugorje nos invita a la adoración, al amor, a la amistad, a la unión con Jesús y a la alegría. A orar de corazón a corazón. Doy infinitas gracias a Dios por la oportunidad que se me brindó. Ella, la Señora, me esperaba con los brazos abiertos”.

Entre las distintas incidencias que pueden suceder en una peregrinación a Medjugorje, hay quien descubrió la dulce mirada de la Virgen María en los ojos de una niña, llenando a esa persona de paz y sosiego en momentos de mayor tensión y nervios, como diciéndole en lo más íntimo de su ser: “Tranquila, aquí estoy”. En otras ocasiones, es un mensaje de la Virgen que llega de forma imprevista, pero en un momento tan oportuno, que ha servido a evitar el suicidio y a dar un vuelco en la vida.

“Una ventana al mundo”

Los mensajes pueden parecer repetitivos, y sin embargo, cada mensaje es distinto, aunque pueda mencionar algún aspecto en común que es fundamental, como es la llamada a la conversión, la invitación a orar, a abrir el corazón
 Porque una madre no se cansa de esperar y de recordar aquello que es importante, como una persona enamorada tampoco se cansa de decir: “te quiero”.

Hay que destacar la gran cantidad de vocaciones sacerdotales y a la vida religiosa inspiradas por Medjugorje. Muchos de ellos dan su testimonio en el festival de jóvenes que se celebra cada año a inicios de agosto, llegando a acoger a más de 60.000 jóvenes de distintas partes del mundo.

Otro de los frutos son los miles de grupos de oración que han surgido de Medjugorje por el mundo entero. La adoración al Santísimo, el rezo del Rosario, la Confesión, la lectura de la Biblia, el ayuno, la Eucaristía, la consagración al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, son los puntos que se van llevando a cabo.

La parroquia de Santiago Apóstol de Medjugorje, bajo la tutela de los franciscanos, es referencia para el mundo. En ella diariamente se pone en práctica esta escuela de oración tan sencilla, y a la vez tan profunda, que viene a recordar la necesidad que tenemos de una mayor conversión y nos impulsa a reavivar nuestra fe.

El Papa emérito Benedicto XVI llegó a decir: “Dios, a través de la Virgen María, abre una ventana al mundo, cuando el mundo le cierra la puerta a Dios”. Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que este mundo moderno está excluyendo cada vez más a Dios de la sociedad. Pero Dios sigue llamando a nuestra puerta, nos invita a abrirle nuestro corazón para que Él pueda entrar y su amor nos vaya transformando. Dios selló una alianza con su pueblo, con nosotros… y a pesar de nosotros. Para que esta alianza persista, Dios cuenta con su Madre, la Virgen María, para recordarnos que somos hijos suyos y que espera nuestra conversión. Como una madre quiere lo mejor para sus hijos, así nuestra Madre del cielo intercede por nosotros y nos ayuda a ser más fieles a Dios.

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