Vaticano

Un camino para el cuidado de la casa común, 5 años después de la Laudato si’

Un tiempo propicio para asumir la conciencia sobre la suerte de la creación y la responsabilidad de la aportación de cada uno. A cinco años de la Laudato si’, un libro explora buenas prácticas y acciones concretas para una ecología integral.

Giovanni Tridente·7 de julio de 2020·Tiempo de lectura: 5 minutos

A cinco años de la Laudato si’, diversos dicasterios de la Curia Romana, desde la Congregación para la Doctrina de la Fe al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, desde el Dicasterio para la Comunicación a varios Pontificios Consejos, el Sínodo de los Obispos, diversas Conferencias Episcopales y numerosas Nunciaturas han elaborado un voluminoso libro titulado En camino para el cuidado de la casa común. 

Volver a proponer la riqueza de la encíclica

La finalidad de la publicación, que tiene más de 220 páginas, es volver a proponer la riqueza de los contenidos de la encíclica social que el Papa Francesco entregó a la Iglesia el 24 de mayo de 2015, ofreciendo una orientación sobre su lectura, sobre todo en relación con algunos aspectos operativos, además de favorecer la colaboración entre dicasterios de la Curia Romana e instituciones católicas, para subrayar las sinergias en la difusión y la puesta en práctica de la misma encíclica.

Más concretamente, escriben los autores, se quiere “reiterar la centralidad de la dimensión de la ecología integral en la vida de todos nosotros y ayudar a encontrar modalidades concretas para vivirla y ponerla en práctica a partir de la propia sensibilidad, pero sobre todo a partir de las exigencias del cuidado de nuestra casa común y de aquellos que la habitan, especialmente si se encuentran en las situaciones más difíciles y vulnerables”.

Se ha tratado de un trabajo bastante largo, iniciado en 2018 por deseo del Papa Francisco, que ha visto sucederse diferentes borradores, aunque manteniendo una cierta sencillez y un carácter sintético, privilegiando una dimensión más orientada a la acción, previendo toda una serie de situaciones en las que puede favorecerse una verdadera ecología integral, tanto en el ámbito nacional como en el internacional.

Visión global

La reciente emergencia sanitaria ligada a la pandemia de Covid-19 ha hecho aún más clara la necesidad de intervenir en este ámbito con una visión global, dado que “todo en el mundo está íntimamente conectado”, como escribe el Santo Padre en Laudato si’. Un tiempo propicio para tomar decisiones concretas y ricas en responsabilidad en cualquier ámbito, desde la educación a la cultura, desde la política a la ciencia y a la economía. 

El eje del volumen es fundamentalmente una respuesta detallada a la pregunta “¿qué hay que hacer?” (para una conversión verdaderamente ecológica), y no es casualidad que quien antes ha dado ejemplo haya sido precisamente la Ciudad del Vaticano, que desde hace años ha acometido numerosas iniciativas en tutela y respeto del ambiente, desde la producción de energía eléctrica sin emisiones de sustancias contaminantes (paneles fotovoltaicos) a nuevos sistemas de iluminación que permiten ahorros energéticos de hasta el 80 %, desde la eliminación total del uso de pesticidas en los jardines a la plantación de centenares de nuevos árboles de altos troncos, desde el uso de vehículos eléctricos a un porcentaje importante de recogida diferenciada de residuos. Algunas de estas informaciones están recogidas en la parte final del volumen.

La Santa Sede se adherirá también a la enmienda de Kigali al Protocolo de Montreal sobre las sustancias que empobrecen la capa de ozono, instrumento dirigido a responder tanto al problema del llamado “agujero de ozono” como fenómeno de los cambios climáticos, como ha anunciado a los periodistas Mons. Paul Richard Gallagher, Secretario para las Relaciones con los Estados en la Secretaría de Estado.

Ofrecer experiencia

El enfoque del libro está indicado en la introducción, donde se explica que “la Iglesia no tiene un catálogo preestablecido de soluciones que ofrecer, y menos aún que imponer. Más bien ofrece su experiencia en los siglos y en los diversos contextos geográficos, así como un corpus de enseñanzas sociales, de contenidos y de principios elaborados en el tiempo, así como un método para reflexionar juntos sobre tales soluciones: el diálogo”. 

Todo ello se plantea “combinando perspectivas diversas y complementarias: las riquezas de la fe y de la tradición espiritual, la seriedad del trabajo de investigación científica, la militancia y el compromiso concreto para conseguir un desarrollo humano integral justo y sostenible”.

Orientación práctica

El volumen está subdividido en dos grandes capítulos con doce ámbitos específicos cada uno, respecto a los cuales se mencionan “tanto buenas prácticas como pistas de acción”. 

El primer capítulo es relativo a la conversión espiritual y a la educación (vida humana, familia y jóvenes, escuelas, universidades, educación permanente e informal, catequesis, diálogo ecuménico e interreligioso, comunicación), mientras el segundo está centrado en la actuación del desarrollo humano integral en la óptica de la ecología integral (alimentación, agua, energía, ecosistemas, mares y océanos, economía circular, trabajo, finanzas, urbanización, instituciones y justicia, salud y clima).

Los autores consideran importante precisar que las propuestas que ofrecen han de entenderse de modo integral e integrado, porque si se privilegian algunos aspectos respecto a otros se dificulta una solución duradera de los problemas. 

Han de entenderse también según un principio de subsidiariedad, en el sentido de que en cada caso se valorará si competen a la persona individual, a la familia, a la comunidad, a los cuerpos intermedios o al Estado y a los órganos supranacionales. Todas, finalmente, conservan una importante componente educativa, que ve implicados sobre todo a los padres, al sistema escolar en general, a las instituciones religiosas, al mundo de la cultura y al de la comunicación.

Un Año especial

La difusión de este libro tan amplio es parte de las iniciativas del Año especial dedicado a Laudato si’, que el Papa Francisco anunció al final del Regina Coeli del 24 de mayo, aniversario de la publicación de la encíclica, y que es coordinado por el Dicasterio para Servicio al Desarrollo Humano Integral, dirigido por el Cardenal Peter Turkson.

Una primera pista de este “Jubileo de la Tierra”, como se lo ha definido, tuvo lugar del 16 al 24 de mayo con la “Semana Laudato si’”, una serie de iniciativas, también espirituales, que han involucrado a los católicos en la reflexión sobre cómo podemos construir un futuro más justo y sostenible. La audiencia general del Papa Francisco esa semana también estuvo dedicada al “misterio de la creación”.

Este año especial incluirá la iniciativa “Tiempo de la creación” (1 de septiembre – 4 de octubre de 2020), una celebración de oración y acción que involucra a cristianos de todas las confesiones en todo el mundo, a la que se unen los católicos desde 2015 a instancias del Santo Padre; el Día Mundial de Oración para el cuidado de la creación, que se celebra el 1 de septiembre; el evento, pospuesto por el Covid-19, Global Compact Education (15 de octubre de 2020), convocado por el Papa Francisco y dirigido a representantes de las principales religiones, representantes de organismos internacionales y de las diversas instituciones humanitarias, del mundo académico, económico, político y cultural que firmarán este pacto educativo global; el encuentro, también pospuesto, The economy of Francesco (21 de noviembre de 2020), que reunirá a economistas y empresarios en Asís, la tierra de san Francisco, para hacer un pacto en favor de una economía más justa, fraterna y sostenible, y que dé un nuevo protagonismo a quienes hoy están excluidos.

Objetivos Laudato si’

El Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha lanzado también una plataforma vinculada a grupos e instituciones que durante el aniversario especial de Laudato si’ se comprometerán públicamente a comenzar un recorrido de 7 años hacia la sostenibilidad total en la óptica de la ecología integral; esto implicará a familias, diócesis, escuelas, universidades, hospitales, empresas y fábricas, y órdenes religiosas.

Se pedirá a estos grupos que hagan suyos los OLS (Objetivos de Laudato si’), principalmente como una respuesta al “grito de la Tierra” (energía limpia renovable), al “grito de los pobres” (defensa de la vida humana desde la concepción hasta la muerte y de todas las formas de vida), adoptando una “economía ecológica” (producción sostenible, inversiones éticas) y un “estilo de vida simple” (sobriedad en el consumo y mayor uso del transporte público), implementando una “instrucción ecológica” (creando conciencia y estimular para la acción completa), una “espiritualidad ecológica” (enfoques ecológicos en catequesis, oración, formación) y enfatizando la “participación comunitaria y la participación activa” (campañas de sensibilización, etc.)

Finalmente, el DSDHI ha establecido un Premio anual Laudato si’, para alentar y promover iniciativas individuales y comunitarias a favor del cuidado de la casa común, dirigido a líderes, familias, escuelas, comunidades de fe, para la mejor iniciativa y la mejor producción académica o artística.

“Todos los fieles cristianos, todos los miembros de la familia humana pueden contribuir a tejer, como un hilo sutil, pero único e indispensable, la red de la vida que abraza a todos”, escribió el Papa Francisco en el Mensaje para el Día Mundial de la Creación el año pasado. “Sintámonos involucrados y responsables en cuidar la creación a través de la oración y el compromiso. Que Dios, ‘amante de la vida’ (Sab 11, 26), nos dé el valor de hacer el bien sin esperar a que otros comiencen, sin esperar a que sea demasiado tarde”.

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